El primero. Ese proyecto que siempre ocupa un lugar especial en el corazón de NR Arquitectura. No solo por ser el inicio de una trayectoria, sino por la confianza absoluta que depositaron unos clientes generosos en una recién egresada con sueños tan grandes como su compromiso. Un proyecto que no solo se diseñó con planos, sino con gratitud y entrega total.

Fue un desafío mayúsculo, donde el diseño se tomó su tiempo, incluso más que la propia construcción, porque estábamos ante un panorama completamente desconocido: la liofilización de alimentos. Así comenzó un viaje profundo de estudio y comprensión, no solo de los procesos industriales y científicos, sino también de las normativas nacionales e internacionales que harían de esta planta un espacio digno de certificaciones globales.

Y se logró. Hoy, esta planta cuenta con esas certificaciones internacionales que garantizan su excelencia. Se cuidó cada detalle: la inocuidad como premisa, la separación estricta de áreas para evitar contaminación cruzada, el suministro constante y suficiente de agua y energía, la iluminación perfecta para cada laboratorio, cada sala, cada rincón.

Más que una planta, es un motor de vida para la comunidad Zapotlense. Un espacio que genera empleo, que exporta sus productos al mundo y que lleva en sus muros el testimonio de lo que significa confiar, estudiar, aprender y construir con el alma.