Esta no es solo una casa de campo. Es un refugio emocional, una pausa en el tiempo, una ofrenda a lo vivido y a lo que está por vivirse. La obra más íntima de NR Arquitectura, donde la memoria, la tierra y el amor se hicieron arquitectura.

Esta casa en La Unión de Guadalupe, Jalisco, no es solo una obra de arquitectura: es un homenaje al tiempo, a las raíces y al amor familiar que sobrevive a las generaciones. Levantada sobre las ruinas de una antigua vivienda de adobe que alguna vez fue hogar, y después refugio de alimento para animales, este proyecto representa el corazón de NR Arquitectura.

En medio de 7.5 hectáreas de sembradíos que cambian con las estaciones: maíz, alfalfa o lo que el temporal decida, la casa emerge en un rosa mexicano que no busca destacar, sino pertenecer. Los materiales autóctonos y el lenguaje vernáculo hacen de esta vivienda una conversación sincera con su entorno, no una imposición.

La historia del lugar se cuenta a través de cada gesto: los cedros blancos que rodean la casa fueron sembrados en el nacimiento del hijo mayor, como si desde entonces el terreno supiera que algo especial estaba por venir. Las recámaras amplias con tapancos y muchas camas están hechas para noches eternas de juegos e historias familiares, mientras corredores generosos envuelven la casa como un abrazo cálido donde caben cumpleaños, pozoles, birrias y risas interminables con cerveza y tequila.

La fuente murmura en el centro, marcando el ritmo de los atardeceres que se contemplan desde cualquiera de sus salas exteriores. En las mañanas, una canela con rompope inaugura el día con la promesa de calma, y en las noches, las campanadas del pueblo se escuchan a lo lejos como un eco conocido.

Bajo esos mismos portales descansan los perros de la familia, vigilantes y tiernos, protegiendo del frío que cala hondo y acompañando siempre. A un costado, un río natural corre tranquilo, y junto a él, una pequeña presa construida con ingenio y amor abastece no solo a la casa, sino al huerto donde crecen duraznos, manzanos, almendros, higueras, limones, y a los patos y coyotes que ahora también llaman hogar a este sitio.

Algunos proyectos no se diseñan, se recuerdan.